Cada uno de los objetos conectados a Internet tiene una IP especifica y mediante esa IP puede ser accedido pare recibir instrucciones. Así mismo, puede contactar con un servidor externo y enviar los datos que recoja.
Gracias al sistema RFID (siglas de radio frequency identification, es decir, «identificación por radiofrecuencia»), bastará con integrar un chip de pocos milímetros en cualquier objeto del hogar, del trabajo o de la ciudad para poder procesar y transmitir información a partir de él constantemente.
Sin embargo, surge un problema que todavía habrá que resolver. Cuando el Internet de las cosas comience a expandirse de manera notable, comenzarán también a aparecer los hackers malintencionados que quieran tratar de molestar a los demás, o incluso ganar dinero con lo que hacen. Alguien podría tomar el control de nuestro hogar, y hoy en día no estamos preparados todavía para esto. Los sistemas de seguridad informática tendrán que avanzar de la misma manera que todos estos nuevos sistemas inteligentes que llegan a las cosas que nos rodean. El precio de estos sistemas, que irá descendiendo de manera progresiva, así como la seguridad de estos sistemas, son los dos obstáculos que todavía impiden que las casas inteligentes sean una realidad ahora mismo de manera masiva. No obstante, es cuestión de tiempo que estos obstáculos sean salvados.
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